jueves, 24 de enero de 2008

Arqueología

Sitio arqueológico que cambió el paradigma del poblamiento americano

Monte Verde: ¿un pasado con futuro?

Está la idea de hacer un museo en Puerto Montt que trate sobre el tema, la restauración de un bosque, una página Web con información, pero hasta ahora, nada de eso ha ocurrido. Según los colaboradores del proyecto, éste tiene proyección, pero todo depende de múltiples factores.

Hace unos treinta años, un raro hallazgo en las cercanías de Puerto Montt llama la atención de parte del mundo científico nacional. Un hueso, posiblemente de mastodonte, había sido encontrado en Monte Verde, lugar ubicado a unos 30 kilómetros de la capital de la décima región. Luego de algunos estudios hechos en la Universidad Austral de Chile, sede Valdivia, se concluyó que el fósil era justamente de un mastodonte que había vivido en la zona hace unos miles de años atrás. La importancia de este descubrimiento, que parece poco relevante, casi normal, es que origina un interés inusitado que llevaría a conclusiones algo descabelladas para la época. De hecho, jamás se sospechó lo que el hallazgo de dicho hueso implicaría: el comienzo de una investigación que tendría como conclusión que hacía más de 12.500 años antes del presente, esa pequeña y desconocida comarca habría sido habitada por seres humanos. Cuestión no menos importante, si se toma en cuenta que cambia el paradigma del poblamiento de América.

A partir de 1977 se comenzaron a hacer algunas excavaciones en el lugar, las que fueron dirigidas por el arqueólogo norteamericano Tom Dillehay y el geólogo de la Universidad Austral de Chile, Mario Pino. La sorpresa fue mayor cuando, algunos años más tarde, además de restos de animales, lo cual es relativamente normal, fueron encontradas algunas puntas de flechas, las que estaban cuidadosamente talladas por uno de sus lados. También había un fogón de barro, palos que fueron usados para cavar, yerbas medicinales y más de 700 herramientas que habrían usado por estos habitantes pertenecientes a la época del Pleistoceno, período geológico que data entre 1.800.000-1.600.000 y los 10.000 años antes del presente.

Se sabe que vivían en chozas hechas con pieles de animales de la zona como mastodontes y paleollamas, los cuales cazaban para poder alimentarse. Además de ello, fueron encontrados algunos vegetales, los que habían sido masticados por seres humanos. Gracias a este hallazgo se pudo obtener información respecto de cómo se alimentaban estos habitantes del sur del mundo. Pero lo que quizás más llamó la atención fue el hallazgo de una huella, posiblemente de un niño o una persona de más edad, pero de pie pequeño. Se calcula que este ser humano tuvo un tamaño de pie similar al de una persona que usa calzados número 34. Todo lo encontrado tiene una data de 12.500 años y, además, se cree que en una capa más baja de sedimentos podría haber restos de 33.000 años de antigüedad, según palabras del propio Tom Dillehay. El buen estado de conservación de los descubrimientos se debe a que el sitio es un pantano saturado de agua y la turba que cubrió el lugar los aisló del oxígeno, lo cual impidió el contacto con radicales libres derivados del propio oxígeno.

Relevancia de los descubrimientos

Estas conclusiones llevaron a cuestionar las teorías acerca de la fecha en que habría ocurrido el poblamiento americano, las que plantean la posibilidad de que el hombre habría llegado a estas tierras por el estrecho de Bering, lugar que se ubica al nor-oeste de Estados Unidos. Eso se afirma gracias a lo que se conoce como “Cultura Clovis”, lo cual supone que estos seres humanos habrían habitado un lugar llamado Nuevo México, lugar ubicado en el país del norte, hace cerca de 11.500 años.

De acuerdo a lo que se concluyó de dichos hallazgos, los primeros pobladores tendrían orígenes asiáticos y habrían cruzado desde su continente, debido a que el nivel del mar disminuyó producto de las glaciaciones de esos tiempos. Gracias a ello les habría sido más fácil acceder a estas tierras por medio de canoas. Supuestamente, desde ahí el hombre habría empezado a trasladarse lentamente a otras latitudes del continente. Si esto fuera así ¿cómo se explica que hace 12.500 años esta zona haya estado habitada por seres humanos?

Según los descubrimientos de la llamada “Cultura Clovis”, hace 12.500 años el hombre jamás había pisado América. Pero Monte Verde dice algo distinto y por ello se han debido revisar las teorías que hablan sobre el tema en cuestión. Estos descubrimientos también plantean la posibilidad de que el hombre americano tenga otros orígenes, no necesariamente asiáticos. De hecho, es posible que una parte de los primeros habitantes de América sean de origen europeo. En Monte Verde se hallaron bastantes elementos para probar la seguridad de la existencia de asentamientos humanos permanentes en el lugar.

A pesar de ello, algunos científicos pro-Clovis que se negaban a creer en los descubrimientos, refutaron todo lo que Tom Dillehay había dicho y escrito sobre el tema; incluso fue tratado de impostor. Finalmente, en 1997, la comunidad científica se convenció de que lo que aquí hay no es un engaño ni nada parecido y aceptaron que el paradigma de la “Cultura Clovis” llegaba a su fin.

Fundación Monte Verde

Monte Verde es el lugar arqueológico de mayor importancia encontrado en nuestro continente y se encuentra aquí, en Chile. El sitio se ubica a 30 kilómetros al sur-oeste de Puerto Montt, justo donde pasa el estero Chunchuhuapi. A pesar de ello no es muy fácil llegar. No figura en los mapas y ni siquiera existe la mínima señalética para poder acceder de manera fácil. Actualmente, Monte Verde se encuentra habitado por algunos lugareños, quienes saben que el lugar es de importancia, debido al interés que se ha suscitado últimamente por el tema en la zona y también por el hecho de que el actual Senador de la República, Carlos Ignacio Kuschel (RN), es propietario de un terreno. Por ahora no se están haciendo estudios de restos encontrados en el lugar, pero existe una colección de los hallazgos hechos, que está depositada en una bóveda especial en el Museo Histórico y Antropólogico Maurice Van De Maele, en la Universidad Austral de Chile, en Valdivia.

La Fundación Monte Verde es la principal impulsora de un proyecto que tiene como fin dar a conocer el tema a la comunidad nacional e internacional. “Nosotros partimos con Tom Dillehay, Mario (Pino) y quien habla (Eduardo Alvar) cuando el sitio Monte Verde no le interesaba a nadie. Estaba completamente abandonado y por invitación y por idea de Tom Dillehay, formamos esta fundación entre los tres” dice Alvar para dar una explicación al porque de la existencia de esta entidad.

La Fundación ya ha tenido algunos logros como son la incorporación de sitios tentativos del patrimonio de la humanidad. De hecho, si uno revisa la página de monumentos (http://www.monumentos.cl/) y se busca la corporación UNESCO, aparece que uno de los sitios que está en el listado es Monte Verde. “Ese fue el primer logro dentro de las actividades de la Fundación”, comenta Alvar. Posteriormente “se incorporó la idea del museo Monte Verde como una de las Obras Bicentenario” y más tarde “obtuvimos la condición de Sello Bicentenario” recalca.

Gracias a ello se pudo optar a un proyecto FONDART, por intermedio de colaboradores, entre ellos el arquitecto Jorge Lobos, para hacer los detalles arquitectónicos del futuro museo. Se les entregaron $54 millones. “La municipalidad (de Puerto Montt) nos aportó con $20 millones más y con eso compramos el terreno” dice Alvar. Hoy este lugar se denomina “sitio 2”, para diferenciarlo del lugar que hay a un costado, que es el “sitio 1” y pertenece a Kuschel. Este aún no se encuentra inscrito, pero según Alvar este tema se solucionará dentro de las próximas semanas.

Respecto de esto, Mario Pino, geólogo de la Universidad Austral de Chile y uno de los principales participantes en los hallazgos, comenta que “nosotros tenemos autorización oficial de monumentos nacionales. Hoy día llegó la autorización (jueves 23 noviembre) para poder empezar a hacer todo tipo de obras menores (en el “sitio 2”) que permitan la valorización” del lugar. “Esto ya no es una obra de interés de la Universidad Austral o de Puerto Montt o de la Municipalidad o de la Intendencia. Es una obra importante para todo Chile”, comenta Alvar.

Por otro lado, la Municipalidad de Puerto Montt pretende entregar en forma de comodato a la Fundación, un sitio en la costanera de la ciudad que se avalúa en cerca de $1.200 millones. Según Alvar, ellos tienen un compromiso con la Municipalidad. “Hay que desarrollar el tema arquitectónico en detalle. Terminado eso, nosotros tenemos una carpeta completa, bastante voluminosa y con eso vamos a llamar a una licitación” explica. El dinero para las especialidades del proyecto (estudios de suelo, ingeniería, electricidad, etc.) será aportado por el FNDR (Fondo Nacional de Desarrollo Regional). Alvar explica que aún se debe conseguir el dinero para que, luego de terminado el proceso de las especialidades museográficas, se pueda construir el museo.

Por su parte, el Concejal de la Comuna de Puerto Montt, Patricio Cantos, dice apoyar el proyecto y las ideas que la Fundación tiene. Expresa que “no hay nadie que pueda estar en contra de fortalecer, desarrollar e invertir en investigaciones en Monte Verde. Estamos dispuestos a colaborar en eso”. Pero Cantos tiene sus dudas en relación a como está trabajando la entidad en cuestión. Según él, no se ha sido del todo transparente. “La primera pregunta que nosotros hacemos como Concejo, que hemos entregado 25 millones de pesos”, es que se ha hecho; “queremos saber cuáles son los resultados”.

Continúa relatando que “por lo menos un año se demoraron en dar la información. Eso no es transparencia, eso no es rapidez en responder, se demoraron muchísimo tiempo”. Pero eso no es lo único irregular según el Concejal. Se supone que la UACh entregó dineros a la Fundación, pero el municipio no estaba informado de esto. “Nosotros empezamos a preguntar porque supimos que le habían asignado recursos en la (universidad) Austral. Eso lo sabía la Austral, pero nosotros no lo sabíamos; el Alcalde no sabía cuanto aportaba la universidad”. Respecto de esto, no pudo ser confirmada la información de si la UACh entregó dineros o no a la Fundación.

Mapa de Monte Verde en que figura el “sitio 2”en la parte superior. El “sitio 1”, perteneciente al senador Kuschel, es el que se encuentra justo debajo. El cuadro negro es la casa que posee en el lugar. El rectángulo de la parte inferior es el bosque que se quiere restaurar.


El factor Kuschel

Pero el tema no ha estado exento de otros problemas y polémicas. Resulta que el “sitio 1” de Monte Verde, que pertenece a Kuschel, fue comprado por él hace poco más de 15 años por una cifra irrisoria: $300.000. El punto es que se le invitó a participar de la Fundación. Él accedió y estuvo como Director por un tiempo. Carlos Ignacio Kuschel fue contactado “invitándolo a formar parte de la Fundación a cambio de que nos diera” en forma de “comodato el terreno de Monte Verde”, explica Alvar. De hecho, en los “primeros estatutos de la Fundación, él aparece como Director” cuenta.

Pero cuando le pidieron que firmara por medio de un documento legal lo que había prometido verbalmente, él se negó. Respecto de esto, Pino comenta que “el Senador Kuschel puede tener muy buenas intenciones, pero él compró el sitio aprovechando información reservada que le entregó Tom Dillehay”. O sea, “sabía lo que significaba el sitio” concluye.

Para el geólogo de la UACh, este tema plantea un problema, porque el Senador, como cualquier ser humano, “puede fallecer y podría ser que sus descendientes decidan hacer unos moteles, un hotel o un resort” en el lugar. Por ello es importante que el sitio “se entregue en comodato a la Universidad o a la Municipalidad o a la Fundación; a cualquier institución que le de certeza a la Fundación que esto va a permanecer como tal de aquí al futuro” insiste Pino. En esto también es claro Alvar y dice que en relación a Kuschel “hemos elaborado un proyecto que de alguna manera lo excluye”.

El proyecto al cual se refiere Alvar dice relación con la restauración de un bosque que se ubica a un costado del “sitio 1”. “De ese modo va a haber una experiencia museográfica adicional al museo” de Monte Verde y de la costanera, comenta. Alvar dice que “en el diseño de toda esta estructura, que haya un sitio entremedio es un inconveniente”. En este punto se refiere al sitio que posee el Senador Kuschel en el lugar y que se ubica justo en la mitad del “sitio 2” y el bosque. Para Pino este es un problema, porque se hace necesario tener un acceso al lugar y “necesitamos una servidumbre de paso y la servidumbre natural de paso es por aquí (indica en un mapa), dentro del terreno del Senador Kuschel”. Pino explica que van a tener que recurrir a negociar con la familia Barría, que habita el sector, para poder conseguir la servidumbre de paso.

Una pregunta interesante es si Kuschel está dispuesto a vender o entregar de alguna manera (comodato o préstamo) el lugar, para hacer estudios y poder desarrollar los proyectos que la Fundación tiene. Según el propio Alvar, el Senador por la Décima Región Sur “dice que no vende porque le gusta mucho este tema”. Alvar ironiza, exagerando un poco respecto de este punto, comentando que “a mi me gusta mucho la bandera chilena y uno la podría comprar e impedir que todos los demás puedan acceder a lo que es la bandera”. Insiste en que “estamos hablando de un sitio que va a ser postulado patrimonio de la humanidad”.

Alvar dice que este es un problema de cultura y que se origina debido a que “en Chile el tema cultural no es del interés de mucha gente y pasa desapercibido”. Por su parte, Mario Pino dice que es cierto que Kuschel está dispuesto a poner a disposición de ellos el terreno que posee en Monte Verde. Pero el problema según el geólogo de la UACh es que “en nuestro país los ofrecimientos verbales no tienen valor alguno”, debe ser con un documento legal, explica.

Respecto de esto, Kuschel asegura que “pueden hacer lo que quieran, con la autorización de Tom Dillehay, él es el jefe de la investigación”. Pero frente al cuestionamiento de que su disponibilidad se trata de un ofrecimiento de palabra y no legal, dice que “siempre he facilitado, en todos estos años, siempre”. Por otra parte, se hace necesario aclarar que es el Consejo de Monumentos Nacionales la entidad que autoriza las excavaciones. Además, la autorización la tiene que tener un arqueólogo, debido a que la ley dice que los sitios arqueológicos pueden ser excavados exclusivamente por este tipo de profesionales. En ese caso, el Senador no puede hacer ningún tipo de intervención en el lugar sin un colaborador -en este caso un arqueólogo- que posea una autorización del mencionado consejo.

Por ahora lo único que hay en el sitio del Senador es una casa deshabitada en la que, según se sabe, la idea era hacer un museo que pueda ser visitado por los interesados en el tema. Pero nada de eso hay. A pesar de no tener un museo en Monte Verde, Kuschel se las arregló para abrir uno en Puerto Montt. Éste se ubica específicamente en la calle Luis Mansilla # 173, población Manuel Montt y lleva el nombre de “Museo de piedras Monte Verde”. En opinión de Alvar, esto es bastante curioso porque “sale el nombre de Monte Verde para mostrar algo que no es Monte Verde”.

Universidad Austral de Chile en la mira

Para el Concejal Cantos, la Universidad Austral de Chile tiene gran parte de la responsabilidad por lo que está ocurriendo. “Este tema no ha sido prioridad para la universidad” dice y también explica que “la universidad es el espacio de referente intelectual por antonomasia, o sea, la universidad está dedicada a eso, a la investigación, a la docencia, a la extensión” y por ello la mencionada casa de estudios debió haberse preocupado antes que cualquier otra institución del tema. Cantos insiste en que la universidad debe “asumir de verdad su responsabilidad en el tema de la investigación”. El concejal se pregunta “¿por qué este tema no ha sido un proyecto de investigación? ¿Por qué este tema no ha ido a buscar los recursos que requiere?”

También aclara que la UACh podría haber comprado el sitio al término de los estudios y no entiende porqué no lo hizo. “La universidad tiene que presentar una explicación en este tema. Siento que la municipalidad ha puesto más recursos que la UACh y eso me parece súper irregular, ilógico. En un tema de vital importancia para las ciencias, la universidad no está. Ella es la responsable principal. No es nuestra naturaleza”, insiste Cantos. Concluye diciendo “no quiero que el rector venga a dar otra charla sobre Monte Verde. Necesitamos que nos diga que la Universidad Austral está disponible para conseguir dos, tres, cinco, diez millones de dólares para hacer esta tarea”

Respecto del porqué no se compró el sitio en su momento, Pino tiene una explicación. Para él todo pasa por un tema de ingenuidad. “Nosotros fuimos inocentes, no se nos ocurrió que fuera necesario. Nosotros mismos podríamos haberlo comprado en ese tiempo por poco dinero” comenta. El geólogo de la UACh asegura que si Kuschel pusiera en venta el lugar en cuestión y “quiere hacer un negocio y quiere venderlo y quiere diez millones, le pagamos los diez millones”. El sitio, en palabras del propio Pino, no tiene valor comercial.

Por su parte, Leonor Adán, arqueóloga y quien está encargada de la dirección museológica de la UACh responde a las críticas que se le han hecho a la casa de estudios en cuestión. Para ella las críticas de Cantos “entorpecen el quehacer” del proyecto. Lamentablemente ella no maneja la información del por qué la universidad no compró el sitio en su momento. Adán aclara que a “la universidad le interesa muchísimo participar y contribuir a este proyecto”. No hay que olvidar que “las investigaciones se generaron desde la Universidad Austral”. Desde su perspectiva, los dichos y opiniones del concejal son externas “a lo que es la dinámica de investigación” y explica que ésta “no es tan veloz como se quisiera”.

Por otra parte y respecto de la posibilidad de hacer nuevas excavaciones en el lugar, para luego seguir con las investigaciones, Adán cuenta que “no es decisión de la universidad exclusivamente. La primera decisión es del investigador -en este caso de Tom Dillehay y Mario Pino- y de la comunidad arqueológica o de investigación en su conjunto, y la decisión ha sido terminar bien este proceso”. También comenta que “no es más meritorio excavar todo” lo que hay en el lugar, “incluso la arqueología tiene un compromiso ético que dice que no se debe agotar un sitio arqueológico”. Esto se basa en la posibilidad que entregan las ciencias y en la eventualidad de que hayan “nuevas técnicas permitan recuperar mejor los datos y te va a permitir tener mejores interpretaciones” concluye Adán.

Es de esperar que las buenas intenciones que tienen quienes trabajan en tan importante tema, lleguen a buen término. Por ahora se está tratando de conseguir apoyo y recursos para materializar las ideas que la Fundación Monte Verde tiene en mente. Por otra parte, no hay que olvidar la importancia que este lugar tiene para el conocimiento de los orígenes del hombre americano y que, por cierto, cuestiona teorías anteriores. Con mayor razón la colaboración de todos los involucrados en este conflicto, que al parecer aún no tiene término, es de vital importancia. Y quizás lo más importante y en lo que todos lo involucrados concuerdan, es que Monte Verde no siga siendo un pregunta sin respuesta, como figura en el titular de este escrito.

Miguel Ángel Negrón Oyarzo
Nota: Esto fue redactado en junio del año 2006

Energía hidroeléctrica

En la nueva región de Los Ríos

“Central Hidroeléctrica San Pedro”: La presa de la discordia

Es ya sabido por la comunidad que en la zona se tiene la idea de construir por lo menos 5 centrales hidroeléctricas (de distintas empresas), cuestión que muchos ven con desconfianza, considerando todo lo que el caso Celco significó en su momento y que muchos aún no pueden asimilar.


Colbún S.A. -perteneciente al grupo Matte- pretende construir una central hidroeléctrica de pasada en el río San Pedro, el cual se ubica en las cercanías de Panguipulli y Los Lagos, comunas que integran la recientemente inaugurada región de Los Ríos. El Estudio de Impacto Ambiental (EIA) está desde el 11 de abril en manos de la Corema (Comisión Regional de Medio Ambiente) de la décima región de Los Lagos, entidad encargada de evaluar dicho documento. Éste fue elaborado por el Centro de Ciencias Ambientales EULA-Chile, perteneciente a la Universidad de Concepción. La fecha para poder hacer llegar observaciones a la COREMA de parte de la comunidad local respecto de este proyecto, vence el día viernes 29 de junio.

Desde el segundo trimestre del año 2005, funcionarios de Colbún han estado trabajando en la zona para poder llevar a cabo su proyecto estrella en la décimocuarta región. Lo raro y anecdótico de la situación es que la comunidad se enteró de la posibilidad que maneja la mencionada empresa de construir una central hidroeléctrica en el río San Pedro sólo este año. Cuestión que, paradójicamente, se contrapone al interés manifiesto que han expresado en distintas ocasiones funcionarios de Colbún, que ellos llaman “participación ciudadana”, lo cual llevaría de forma consustancial el concepto de transparencia, obviamente puesto en entredicho en este caso.

Esta situación ha suscitado un debate que no tiene parangón en nuestra historia local contemporánea. A tal punto llega el rechazo que los alcaldes de las comunas de Los Lagos y Panguipulli, Simón Mansilla y Alejandro Kohler respectivamente, han hecho explicita su preocupación por la posible concreción de este proyecto. Algunos parlamentarios también han levantado la voz para evitar que se materialice tal proyecto, como por ejemplo el Diputado por el distrito 53 Alfonso De Urresti (PS).
Y es que el caso Celco fue tan desastroso para el medio ambiente de la zona, que la comunidad se está informando. Paralelo y en directa relación a lo antes mencionado, la sociedad local ha manifestando su postura -que no es otra que el rechazo- frente al tema, haciendo marchas o frustrando las reuniones que Colbún ha convocado para informar a la comunidad acerca de sus intereses.

Datos técnicos

Según el estudio entregado a la Corema, del cual se hizo un resumen “ejecutivo”, documento que circula actualmente en la comunidad, Colbún pretende construir la “Central Hidroeléctrica San Pedro”, calificada “de pasada” o dicho de otro modo, sin la necesidad de hacer una represa (éstas, se supone, tienen un impacto menor que las centrales represadas). Esta situación es puesta en duda por académicos de la Universidad Austral de Chile, como Teodoro Kaussel, integrante del CEAM (Centro de Estudios Ambientales) de la mencionada casa de estudios. Según lo manifestado por Kaussel en un foro llevado a cabo en Los Lagos relacionado con el tema la presa “es de embalse”, no de pasada.

Para materializar parte del proyecto, Colbún debe construir una presa, la cual sería hecha de hormigón rodillado. Ésta estructura mediría 56 metros de altura y acumularía 30 millones de metros cúbicos de agua. Tal necesidad, como manifiesta la empresa en el antes mencionado documento, se basa en el desarrollo que ha tenido el país en el último tiempo. Esto implica necesariamente buscar nuevas formas de poder entregar energía al Sistema Interconectado Central (SIC), el cual comprende y proporciona electricidad desde la 2ª región de Antofagasta hasta la 10ª de Los Lagos. Dicho en otras palabras, la energía generada será distribuida en el país y no en la zona. La capacidad energética de esta central sería de 155 mega-watts (MW) de potencia. En porcentaje, ésta aportará el 2% de la electricidad que distribuye el SIC, o sea, un número ínfimo de energía.

Es necesario mencionar que el proyecto se ubicaría en las comunas de Los Lagos y Panguipulli, específicamente en el valle del río San Pedro, a unos 14 kilómetros aguas abajo del desagüe del lago Riñihue. El monto que costará el proyecto, en la eventualidad que se apruebe, asciende a los 180 millones de dólares. La mano de obra necesaria en la etapa de construcción se estima en 500-900 personas y en la fase de operación esa cifra desciende a 25. Eso significa que Colbún entregara un empleo permanente por cada 7 millones de dólares de inversión.

La construcción de esta obra demoraría un período cercano a los 3 años y la vida útil de la central varía entre los 50 y 100 años. Esto depende de la capacidad que la empresa posea de modernización y mantención de la estructura. Si todo sale planeado como Colbún tiene presupuestado, la “Central Hidroeléctrica San Pedro” comenzaría a ser construida a fines del presente año y su funcionamiento -considerando la fecha anterior- se concretaría finalmente en el año 2011.

El río en cuestión: Daños y riesgos

El San Pedro es uno de los ríos que posee las más limpias y cristalinas aguas de la zona. Lo cierto es que a pesar de ello, éste no parece ser un argumento de peso para detener un proyecto que, necesariamente, recuerda a lo que HidroAysén -grupo estratégico integrado por Endesa y Colbún S.A.- pretende hacer con los ríos Pascua y Baker en la 11ª región. Además de lo mencionado, éste sistema fluvial conserva una gran diversidad de peces: 15 especies de las cuales 13 son nativas y 2 introducidas. El río del cual se habla tiene además como características principales el poseer una gran diversidad de estructura fluvial, muchos hábitats, vegetación, etc.

Obviamente la concreción del proyecto pondría en peligro la existencia de estas características. Relacionado con lo antes mencionado, el Veterinario y Director del Instituto de Zoología de la UACh Roberto Schlatter, manifestó en un coloquio denominado “Proyecto Eléctrico Represa San Pedro”, llevado a cabo en la mencionada casa de estudios, que el EIA “adolece de información respecto de los impactos de la flora y la fauna”. O sea, no hay suficientes datos relacionados con los posibles daños que la central podría ocasionar.

Steffan Woelfl, académico del Instituto de Zoología, Facultad de Ciencia de la UACh, explica que “el impacto más grande es sobre los peces”. Afirma que estudió el EIA e hizo una evaluación de éste y concluyó que el impacto “depende de las especies” de las cuales se hable, “de las que emigran y de las que no emigran”, por lo tanto esto es variable. “Hice una evaluación del Estudio de Impacto Ambiental”, dice. El río es un sistema fluvial “muy nativo, con muchas especies endémicas” (propias y exclusivas del lugar), concluye.

Woelfl estima que “no se puede construir una represa en ese lugar tal cual está diseñada” porque “la calidad del agua es demasiada buena como para llevar a cabo este proyecto”. “La decisión debe ser de la sociedad” y no de otra entidad, en este caso de Colbún, explica Woelfl. Lo cierto es que según estimaciones hechas por Vladimir Riesco Bahamondes, profesor de Derecho Ambiental de la UACh, “habría pérdida del 35% de especies en el río”. Esta información Riesco la entregó en el antes mencionado coloquio.

Kaussel, en la exposición presentada en el foro llevado a cabo en Los Lagos, critica el hecho de que Colbún considere la zona en la que se busca construir la central como de “valor social bajo”. Colbún afirma esto argumentando que la accesibilidad es complicada. Para Kaussel este no es un argumento válido para dar tal calificación al lugar porque “nada asegura que en el futuro el acceso sea más fácil”. Por otro lado, el investigador critica el hecho de que no se haya integrado un geólogo en el EIA, esto en directa relación con los riesgos sísmicos.

Según palabras de Woelfl, éste tema pasa “por una falta de desarrollo” a nivel energético. Para él se hace necesario buscar instancias para conversar el tema. El país y la sociedad tienen que “discutir una estrategia energética y decidir prioridades”. Para poder dar sustento a su afirmación comenta que “en Aysén se están presentando proyectos y aún no saben como van a transportar esa energía” desde ahí al norte del país. Situación algo anecdótica y que sirve para graficar una vez más que en nuestro país algunas decisiones son tomadas de forma muy arbitraria y sin mucho razonamiento.

Movimientos ciudadanos

La ciudadanía se ha estado movilizando debido a la preocupación que provoca saber la envergadura y los impactos que, eventualmente, tendrá dicho proyecto. Entre las organizaciones movilizadas se encuentran “Los Jóvenes Tehuelches” (estudiantes universitarios pertenecientes a la región de Aisén, en Valdivia), el “Frente Ambientalista de Panguipulli”, el “Parlamento de Koz-Koz”, “Acción por los Cisnes”, “Coordinadora por la defensa de los ríos”, entre otras. Su objetivo es cambiar el destino del río San Pedro y las formas de lucha son diversas.

Por poner un ejemplo, “Los Jóvenes Tehuelches” reunieron firmas para poder lograr que el EIA sea analizado por la Corema de la región de Los Ríos, entidad que se implementará en cerca de 3 meses más, y no por la Corema de la región de Los Lagos, que es como ocurre en este momento. Manuel Ruiz, director de la filial Valdivia de la mencionada agrupación explica que se envió una carta a Puerto Montt manifestando la necesidad “de una real participación ciudadana”. Otros puntos explicitados en el documento es que “el EIA está incompleto en las medidas de mitigación” y pedir “el retiro del Sistema de Evaluación hasta que asuma la nueva Corema de la región de Los Ríos”. Estos documentos ya fueron entregados a la Intendencia de la región de Los Lagos.

Por su parte, Juan Moreira, integrante de la “Coordinadora por la Defensa de los Ríos”, desconfía de lo que ha manifestado Colbún respecto de considerar la opinión de la comunidad. “Eso es una mentira porque a Colbún no le interesa lo que la comunidad piense. Ellos están empecinados en generar la mayor cantidad de capital”, dice. A pesar de ello, confía en que las movilizaciones pueden ser importantes para poder lograr el objetivo. “La posición ciudadana va a marcar un precedente en este movimiento” ya que “hay harto apego desde la comunidad de Los Lagos, Panguipulli y Valdivia sobre los recursos naturales, porque la región de Los Ríos se caracteriza por tener un sello verde”, argumenta.

Moreira critica el EIA ya que, según plantea, “el proyecto está mal formulado” porque “éste adolece de competencias científicas y técnicas”. A partir de la crítica que Moreira hace al estudio -que es relativamente generalizada- , sería interesante preguntarse si, ¿en la eventualidad que éste se modifique y cumpla con ciertas exigencias mínimas, de forma que el impacto no sea tan grave, éste sería aprobado por la ciudadanía? Respecto de lo anterior Moreira es directo y dice que “el rechazo es total”.

El médico Pedro Cardyn, integrante del “Frente Ambiental de Panguipulli” (FAP), manifiesta abiertamente su rechazo al proyecto. Esto parte por “las necesidades de los grupos económicos de generar más dinero” y “es una carrera por destruir lo último que va quedando de vida en el planeta”, afirma. Considera que el Estado no entrega una real participación ciudadana. Por ello, “la gente ha usado otras formas de participación”. En este punto Cardyn se refiere a los ciudadanos que han frustrado las exposiciones del proyecto que Colbún ha hecho en Los lagos, Panguipulli y Valdivia.

Cardyn maneja algunos datos interesantes y comenta que en Chile “tenemos un 37% de eficiencia energética, derrochamos un 63%”. Con esto busca explicar que en nuestro país, si de verdad existe una crisis energética, no es por falta de ésta, sino por el mal uso que se le da a la que poseemos. Esto hecha por tierra el argumento de una crisis. Por otro lado, los sectores que más energía usan en el país son minería e industria, que entre ambos consumen el 61% de la energía que existe en nuestro país.

Para Cardyn hay una falta de participación e información en la ciudadanía. Para ello comenta una situación que se dio en Ralco hace unos años atrás. Respecto de la información, “una de las estrategias es adquirir, comprar o negociar medios de comunicación locales. En Ralco (Endesa) compró la radio Santa Bárbara y una de Los Ángeles” para poder hacer uso de ésta como se quisiera.

Cardyn dice que la comuna tiene otra visión de futuro, muy distinta a la de las empresas que buscan instalar sus represas en la zona. “Tenemos una apuesta que es propia, que es local: agricultura sustentable, biodiversidad, bosque nativo, aguas puras del sur del mundo, sitios históricos, acá hay más de 40 cementerios indígenas”, explica. Por otro lado, me habla de un documento, una “Declaración de Alerta Ambiental” que se ha concebido desde Panguipulli.

Éste, básicamente, rechaza a Colbún S.A., Endesa y SN Power. Estás dos últimas también tienen proyectado construir centrales en la zona. Plantea que Panguipulli sea declarado en estado de “Alerta Ambiental” por las organizaciones sociales y por el Concejo municipal. Como punto medular, plantea que haya un proceso tendiente a declarar a “Panguipulli Santuario de la Vida, de las Culturas, del Bosque Nativo, Reserva de Agua del Sur del Mundo, Territorio Sagrado, primera comuna en el mundo en Defensa del Planeta contra el Calentamiento Global, Comuna Libre de Megaproyectos”.

Comunidades Mapuches

Es imposible no recordar lo que ocurrió hace algunos años atrás en la 8ª región del Bío-Bío con el caso de Ralco y todo lo que aquel conflicto significó. El actuar capcioso de Endesa fue un factor determinante. Gran parte de las comunidades pehuenches que habitaban el Alto Bío-Bío fueron engañadas para que la mencionada empresa pudiera llevar a cabo la construcción de la “Central Hidroeléctrica Ralco”, inaugurada en forma oficial el 27 de septiembre del 2004. Por aquel entonces, el otrora Intendente de la región Martín Zilic -Ministro de Educación por algún periodo en la actual era Bachelett- espetaba en la prensa sin mayor delicadeza, que la construcción de la represa no se podía parar por 7 pehuenches. Además de las lamentables palabras de este señor, las promesas que la empresa hispana había hecho con las comunidades no fueron cumplidas.

Esto no es menor considerando que en nuestra historia hay un grupo humano que se ha visto afectado históricamente por la toma arbitraria de decisiones de parte de un Estado que no los reconoce o de grupos económicos que no entiende ni respeta su cultura: los pueblos originarios. Por ello es que las comunidades cercanas a las comunas de Los Lagos y Panguipulli rechazan la concreción de este pernicioso proyecto y de cualquiera que diga relación con represas o intervención de otro tipo. La experiencia dice bastante de cómo han actuado anteriormente las entidades gubernamentales y privadas como para no predecir lo que ocurrirá.

La comuna de Panguipulli es una zona en la que casi la mitad de habitantes es de origen mapuche. Beatriz Chocori Huenullanca, integrante del Parlamento de Koz-Koz explica que las comunidades mapuches rechazan la concreción de este tipo de proyectos. Se acordó en su momento que “el Parlamento de Koz-Koz iba a ser un ente que cautelara y frenara la instalación de megaproyectos de cualquier índole dentro del territorio mapuche, en este caso en Panguipulli”, explica. Chocori reconoce que a pesar que la mayoría está de acuerdo con el rechazo “hay algunas personas con buenas intenciones o mala información” que “están haciendo eco de un discurso que la misma empresa hace” acerca de la posibilidad existente, que gracias a la concreción del proyecto habría más trabajo y desarrollo. Insiste en que este grupo de personas “son minoría”.

El Parlamento de Koz-Koz, según explica Chocori es una “instancia de coordinación de las comunidades”, siempre respetando las distintas organizaciones que ya hay. Respecto del trabajo con otro tipo de movimientos sociales no mapuches, Chocori comenta que se está en contacto con muchas otras organizaciones. “Se está trabajando con el FAP y con algunos colectivos urbanos de Santiago”. En el fondo, “si hay vínculo con otras organizaciones” no mapuches, comenta.

Si se consideraran todos los proyectos que se desean hacer en la zona, relacionados con las represas, y lo llevamos a números de grupos humanos indígenas afectados, Chocori afirma que la cantidad de comunidades afectadas sería cercana a las 120. Cada comunidad “tiene 50 familias y otras más grandes tienen 80 o 90 familias”. La cantidad de personas de origen indígena que se vería afectada es bastante alto como se puede concluir. En todo caso, independiente de la cantidad de personas perjudicadas, basta con que una se sienta pasada a llevar para rechazar la concreción de estas centrales.

Sector turístico

Otros preocupados y desconfiados respecto del proyecto en cuestión son los empresarios turísticos de la zona. La construcción de la central hidroeléctrica pone en riesgo su fuente laboral. Y es que la importancia de estos sistemas fluviales no solo radica en el ecosistema que se pone en riesgo, sino que además entrega trabajo a una gran cantidad de personas. Dicho de otro modo, son sistemas importantísimos de desarrollo para las comunidades que habitan las cercanías del río. Por ello, las diversas empresas que trabajan en el río se han unido para rechazar todo proyecto que ponga en riesgo su fuente laboral.
Pueblitoexpediciones es una de las empresas afectadas. Para entregar información y rechazar el proyecto han puesto información en la red. En la página (http://www.ríosanpedro.cl/) se puede encontrar información relacionada con el conflicto. Además existe una declaración de principios que argumenta de algún modo el por qué del rechazo. Y los argumentos son de bastante peso.
Éste escrito explica, por ejemplo, que la hidroeléctrica “no genera ningún impacto positivo para la región de los ríos, ya que solo trae 25 empleos y nosotros como operadores que actualmente trabajamos en el río generamos 90 empleos”. En otra parte del documento se puede leer “el agua dulce y limpia es un bien cada día mas escaso y debemos cuidarlo”, lo cual pone de manifiesto que el interés de estas personas por el río no solo dice relación con la obtención de dinero. Firman el documento el ya mencionado Pueblitoexpediciones, La Vaguada, Turismo Rucapillán, Río Bravo Turismo y aventura y el Comité ciudadano de defensa de nuestros ríos
Últimos acontecimientos

Colbún decidió finalmente retirar su EIA del sistema el pasado 13 de junio para poder hacer algunas mejoras a éste. Y es que las entidades gubernamentales rechazaron de forma enérgica el documento, puesto que adolece de información relevante para poder hacer un diagnóstico confiable de sus eventuales daños. A pesar de ello, la empresa ha anunciado que entregará un nuevo EIA con estudios complementarios, intentando corregir las falencias que el primero presenta. Esto es interpretado como un reconocimiento a la falta de seriedad de la empresa para hacer un estudio de estas características.

El Servicio Nacional de Turismo (Sernatur) fue una de las entidades que manifestó su rechazo al proyecto debido a que el estudio entregado es poco riguroso. La Dirección General de Aguas (DGA) también rechaza el proyecto tal cual está concebido. Según se sabe, ésta habría hecho sobre 100 observaciones al Estudio de Impacto Ambiental entregado por Colbún. El Servicio de Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) tiene una respuesta que no se aleja mucho de lo manifestado por las dos entidades anteriormente mencionadas. Hacen falta estudios de tipo geológicos que abarquen los riesgos sísmicos que existen en la zona en cuestión. Seguramente, Colbún presentará un nuevo EIA en las primeras semanas de julio.

Miguel Ángel Negrón Oyarzo
Nota: Esto fue redactado en junio del año 2007

Energía nuclear

Comisión en pleno trabajo

Chile hace estudios para instalar planta nuclear

En tiempos en que el calentamiento global se erige como la bestia contra la cual luchar, en nuestro país se hace cada vez más cercana la idea de generar energía con fuentes atómicas.

La necesidad de hacer estudios de factibilidad para instalar una planta que genere energía nuclear en nuestro país era una opción casi inexistente hace algunos años. Hoy eso es una realidad. El déficit energético y la “incapacidad” de generar electricidad de forma independiente en nuestro país han hecho que la opción atómica tome fuerza y logre instalarse en las discusiones de los políticos.

Por ello la presidenta Michelle Bachelet encargó el 13 de marzo de este año una comisión –denominada Zanelli (por Jorge Zanelli, físico nacional que actualmente trabaja en el Centro de Estudios Científicos, CECS), persona que preside la comisión- cuyo objetivo sería hacer estudios que den respuestas claras a la posibilidad de la instalación de una planta que genere energía para las industrias y hogares del país.

Lo cierto es que esto no les cayó muy bien a los ambientalistas criollos. La presidenta, en su campaña por el sillón gubernamental –en el 2005- prometió que una política energética de estas características no se materializaría, por lo menos en su gobierno que, recordemos, finaliza en marzo del 2010. Lo cierto es que aún se está en una etapa de análisis y no se ha asegurado nada; todo es un poco incierto.

Eso implica que, desde cierta perspectiva, Bachelet está cumpliendo con la palabra empeñada. Lo que sí se puede asegurar es que, en el caso de que se opte por la generación de energía obtenida de fuentes nucleares, el actual gobierno jamás vería instalada una estructura como la de Chernobyl –por cierto, con una tecnología de última generación-. Es una decisión que, de ser tomada a favor, vería la luz en unos 10 años.

Todo esto responde a una cuestión bien simple de analizar, pero difícil de solucionar. Es un hecho que nuestro país tiene una dependencia energética. Chile importa más del 90% del petróleo que utiliza. Grandes cantidades de gas usado en tierras chilenas proviene de Argentina, aunque este año hubo recortes de parte de la hermana patria. Además de ello, un gran porcentaje de la matriz energética es obtenida de plantas hidroeléctricas, grandes estructuras de cemento que cada vez están más presentes en la mente y discusiones de los chilenos.

Los políticos tradicionales de nuestro país –esos que tienen un puesto gracias a favores del gobierno de turno, o que se han ganado un lugar en el Congreso de forma “democrática”- reproducen discursos de otros colegas para afirmar que se hacen necesarias nuevas fuentes energéticas. Según muchos de ellos, una planta nuclear nos entregaría independencia. Lo cierto es que tales dichos no son más que falacias. Chile no posee grandes cantidades de uranio para poder generar energía. Eso implicaría tener que importarlo. ¿Alguien dijo independencia?

Comisión Zanelli

En octubre de este año la comisión Zanelli dio a luz el poco conocido estudio, que consta de 63 páginas. En la primera hoja del documento se puede leer lo siguiente: “Grupo de trabajo en núcleo-electricidad”. Eso en la parte superior. Luego dice: “La opción núcleo-eléctrica en Chile”. El documento hace explícita su falta de interés por “ser un veredicto final sobre la conveniencia de la opción de GNE” (Generación Núcleo-Eléctrica). También plantea que “corresponderá a la sociedad en su momento tomar la decisión” (…).

Otro punto interesante que aborda el documento es la escasez que habrá, en algunos años, de combustibles fósiles. Por ello se haría aún más importante buscar nuevas fuentes energéticas. Por otro lado, se pueden leer algunas proyecciones de demandas. “En los últimos 20 años, el consumo global de energía en Chile se ha expandido a una tasa anual en torno al 5,5%”. Esto es levemente superior a la tasa de crecimiento que muestra nuestra economía.

Y continúa: “En el mismo período, el aumento anual promedio del consumo de energía eléctrica ha sido de un 7,5% aproximadamente”. Considerando estas tasas, “el país ha debido duplicar su capacidad de suministro eléctrico aproximadamente cada 10 años”. En otras palabras, Chile va a necesitar mucha más energía en el futuro. El estudio también concluyó que, a pesar de los riesgos sísmicos existentes en nuestro país, no habría mayores problemas.

Si uno sigue analizando el texto, en la página 11 se encontrará con lo siguiente: “El componente principal del combustible de un reactor es el uranio natural, metal bastante abundante en la corteza terrestre”. Luego se lee: “Las principales reservas conocidas y comercialmente explotables llegan a unas 4.700 toneladas en el mundo y se encuentran principalmente en Australia (24%), Kazakstán (17%) y Canadá (9%)”. Avanzando un par de palabras, uno se encuentra con la siguiente frase: “Chile posee yacimientos de uranio que actualmente no se explotan”.

Más adelante, en la página 13, se hace una breve descripción del funcionamiento de un reactor. Es importante tenerlo en consideración. “La GNE es una tecnología que permite transformar la energía contenida en la materia nuclear, por ejemplo mediante la ruptura (fisión) de núcleos atómicos, en energía eléctrica”.

Luego se lee: “Un reactor donde esta transformación tiene lugar es, esencialmente, un calentador de agua que produce vapor con el cual se puede mover la turbina. En el núcleo del reactor, se encuentra el combustible –en este caso el uranio- sumergido en agua, la que sirve al mismo tiempo para moderar la energía de los neutrones emitidos por la reacción en cadena, y para transferir el calor a la turbina”.

Algunos datos

En América Latina hay tres países que poseen tecnología para generar energía núcleo-eléctrica. Estos son México, Brasil y Argentina. El 5% de la energía generada en el país azteca proviene de la mencionada fuente nuclear. En Brasil la cifra es cercana al 3% y en la nación trasandina es de un 8%. En el norte del continente también están Canadá y los Estados Unidos, con un 15% y 19% respectivamente.

En Europa, el 40% de la electricidad proviene de fuentes atómicas. Los principales países del viejo mundo que participan de este porcentaje son Francia (79%), Alemania (31%) e Inglaterra (25%). El país germano, en todo caso, ha optado por disminuir su cantidad de energía nuclear. Mientras tanto en Japón, casi el 30% de la electricidad es de origen nuclear. Rusia usa un 16% de energía proveniente de fuentes nucleares.

Hoy día existen 440 reactores en funcionamiento. Juntos entregan el 16% de la totalidad de energía que se genera en el planeta. Hay cerca de 30 más en construcción y un número similar en proyecto. Lo que está claro es que el uso de energía nuclear está en aumento. De hecho, el interés de nuestro país no es más que una manifestación clara de ello.

La vida útil de una central varía según la calidad de sus componentes, pero en general se habla de 50 años. A Chile, un país que estaría entrando recién al negocio, una central de 1.600 Mw le costaría 2.500 millones de dólares.

Análisis y alternativas

Algunos países no tienen dentro de sus fronteras otros tipos de recursos energéticos y por ello han optado por la generación de energía nuclear. El docente de la UACh Gustavo Rodríguez, arquitecto y doctor en energía y medio ambiente en la arquitectura dice que Chile “es el país que tiene mayores potencialidades geotérmicas en el mundo”, la energía de la tierra. Para él, esta ventaja debería aprovecharse. Esta es más limpia, pero en términos de capacidad tecnológica como para explotarla resulta ser un problema. En nuestro país hay “más de 3.000 volcanes activos”. En ese sentido, Chile es “uno de los países del mundo con mayor potencial geotérmico”, explica.

Agrega que, además, nuestro territorio tiene una de las radiaciones solar más altas del mundo, lo cual también entrega la posibilidad de generar energía solar. “En el desierto de Atacama se irradia energía los 365 días del año”, dice. Pero el gobierno prefiere optar por una tecnología externa y altamente contaminante. Según Rodríguez, “ningún país que produce energía atómica se queda con sus residuos. Éstos se van a enterrar al África”, comenta.

Desde esa perspectiva, el uso de energía atómica es poco ético. Esto lo afirma el docente del Instituto de Geociencias de la UACh (Universidad Austral de Chile), Dr. Carlos Oyarzún, para quien esto “implica dejarle a las generaciones futuras basura radioactiva” y para eso “no tenemos derecho a hacerlo. Los desechos radioactivos duran cientos de años”. Para Oyarzún, la opinión pública tendría que integrarse a la discusión. “Debiera haber una información más amplia” sobre el tema. Va más allá: “Incluso un referéndum por la importancia que tiene” el tema en cuestión. “Eso se hizo en Inglaterra y hubo un debate público”, explica.

Para él, acá en Chile “casi nadie puede opinar porque el gobierno no ha dado a conocer el documento que entregaron las organizaciones ambientalistas y el que ellos mismos encargaron”. Agrega que “las comunidades locales no tienen poder de decisión” y, además, “no se ven beneficiadas por este estilo de desarrollo energético” que lleva el país.

Oyarzún afirma que los grandes consumidores de energía son la minería y la industria. Ambos sectores en conjunto utilizan el 60% de la energía que se genera en el país. Las políticas energéticas “están encaminadas a satisfacer esa demanda”, afirma. Ejemplifica agregando que a “la décima primera región de Aisén la quieren convertir en la pila del país”. Respecto de políticas distintas de las que hoy existen, dice no creer en que el gobierno vaya a implementarlas. “Creo que el sistema energético sigue el camino del esquema económico. Eso define la matriz energética”, explica.

Oyarzún concuerda en que la existencia de políticas que impulsen el uso de energías alternativas sería algo positivo. “Se debiera impulsar el desarrollo de energías como la eólica o la solar”, comenta. Reconoce que “quizás podría ser más caro, desde el punto de vista económico. Las otras energías (convencionales) tienen externalidades ambientales”

Rodríguez también cuestiona las políticas energéticas de nuestro país. “Estamos dependiendo del gas argentino y del crudo proveniente de otras partes. La idea es independizarse. Chile siempre está dependiendo de un elemento externo”, afirma. Y complementa diciendo que en Chile “debieran haber políticas de eficiencia energética. El 60% de la energía que tenemos la desperdiciamos”. Estos datos están basados en un trabajo hecho por el académico Pedro Serrano de la Universidad Federico Santa María. Tomando datos estadísticos de la CNE (Comisión Nacional de Energía), Serrano llegó a la conclusión de que en nuestro país se hace “uso útil solamente del 37% de la energía, y que sus pérdidas alcanzan el 63%”.

Para Rodríguez, nuestro país debiera tener sistemas energéticos más autónomos. “Apostamos por la concentración”, explica. Entrega un ejemplo: “En Noruega se opta por una capacidad a nivel local. Hay más de 160 plantas energéticas dentro del territorio y no tengo 5 grandes represas”, como en Chile. “Eso significa que si una me falla, lo que se afecta es mucho menor”. En cambio en nuestra nación, si hay “una falla en el SIC (Sistema Interconectado Central), el país queda prácticamente sin energía”. Concluye que esto se debe a “una falta de planificación”.

Respecto de posibles accidentes, Rodríguez explica que “la tecnología nuclear está bastante avanzada”, por lo tanto “es muy remota la posibilidad de una falla como la de Chernobyl” ocurrido en la ex Unión Soviética en el año 1986. Afirma que los daños medioambientales son considerables. “El residuo nuclear tiene una duración de 50.000 años, generando un impacto radioactivo. El daño se produce más bien con lo que sobra”, comenta.

En la práctica el proceso es limpio y eficiente, pero los residuos que deja son los perjudiciales. Para Rodríguez “si pudiéramos hacer desaparecer los residuos no habría problema”. Rodríguez concluye diciendo que “hay muchas fuentes más limpias como la eólica, solar o mareomotriz. Los países nórdicos son los más desarrollados en energía solar y tienen una radiación inferior a la de Punta Arenas”, el lugar más austral del mundo.

Por su parte Miguel Salguedo, ingeniero en prevención de riesgos dice que “ahora no están las condiciones dadas” como para instalar una planta nuclear. Explica que “el uranio es un mineral sumamente peligroso y por lo tanto se necesitan medidas muy extremas”. Complementa que “el almacenamiento y sus procedimientos son muy complejos”, por lo tanto “habría que capacitar mucho personal antes de traer o trabajar con uranio”.

Salguedo tiene una visión similar a la de Rodríguez respecto de la posibilidad de generar energías alternativas. Explica que “hay bastantes opciones mejores y menos riesgosas y que son más ventajosas en términos de costo/beneficio, como la energía eólica, solar o geotérmica”. Estas serían menos peligrosas y más limpias en términos ambientales.

Por otra parte, Salguedo comenta que “la legislación tendría que cambiar” y, además, generar “medidas de seguridad pertinentes”. Hay una pregunta interesante que vale la pena hacer: Qué opción es mejor, ¿la energía nuclear o las represas en Aysén? Salguedo responde categóricamente que “ninguna de las dos, porque ambas generan un daño ambiental”. Respecto de la posibilidad de accidentes nucleares, responde que es posible porque “en las actividades humanas siempre hay un porcentaje de riesgo”.

La independencia energética es un argumento que suena fuerte. Salguedo pone en entredicho esta afirmación. En Chile igual “habría una dependencia por el hecho de tener que adquirir el uranio a un tercero”. Además el mineral “es un recurso no renovable”, por lo tanto “hay una existencia limitada de éste”. Concluye diciendo que “lo más coherente sería utilizar los paneles fotovoltaicos y así generar energía solar”.

Miguel Ángel Negrón Oyarzo
Nota. Esto fue redactado en diciembre del año 2007